El pasado fin de semana, la meteorología nos obligó a un cambio de planes sobre la marcha. La previsión en nuestro destino inicial no pintaba nada bien, así que, con la rapidez y la buena disposición que caracteriza a nuestro club, pusimos rumbo a El Buste. ¡Y vaya acierto!
A pesar de que la mañana nos recibió con una ligera frescura, pronto el sol hizo acto de presencia, regalándonos una jornada de escalada perfecta. Este rincón de la provincia de Zaragoza demostró ser una alternativa fantástica, ofreciendo a los compañeros que se animaron a escalar las condiciones ideales para disfrutar de la actividad sin ninguna dificultad.
Las paredes de caliza de El Buste, aunque demandan una buena técnica de pies para evitar pulir los agarres (¡recordatorio importante para futuras visitas!), ofrecieron una gran variedad de vías para todos los niveles. Desde los que buscaban iniciarse en este apasionante deporte hasta los más experimentados pudieron encontrar desafíos a su medida en sectores como la siempre agradable sensación de libertad
La corta aproximación a los sectores fue otro punto a favor, permitiéndonos aprovechar al máximo las horas de luz. Además, la buena calidad del equipamiento deportivo de las vías nos transmitió seguridad en cada movimiento.
Para aquellos que prefieren el búlder, El Buste también tenía sorpresas guardadas, con zonas como Ala de Avión o la Cueva de los Kinkilleros esperando ser conquistadas.
En definitiva, nuestra improvisada visita a El Buste resultó ser un éxito rotundo. La flexibilidad y el espíritu aventurero de nuestros socios nos permitieron disfrutar de una excelente jornada de escalada en un entorno natural precioso. ¡Ya estamos deseando volver a explorar los secretos de esta zona!
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también hubo tiempo para ejercer de padre |
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Alejandro, nuestro escalador mas joven |
Mientras la adrenalina y la concentración eran las protagonistas en las paredes rocosas donde nuestro grupo de escalada se esforzaba, otro equipo nos calzábamos las botas para explorar los senderos que nos ofrecía la Muela Baja. La ruta elegida: la circular del Balcón de El Buste.
Nuestra aventura comenzó en el mismo pueblo, donde inevitablemente nos topamos con un punto marcado por la tragedia. Un desgraciado accidente aéreo, aquel en el que dos cazas de las fuerzas aéreas estadounidenses con base en Zaragoza colisionaron tras sus ejercicios en las Bardenas Reales, grabó a El Buste en la memoria colectiva y en los titulares de todo el mundo. La espesa niebla de aquella mañana fatídica despertó a los vecinos de la peor manera. Hoy, como testigos mudos de aquel suceso, dos placas conmemorativas, una roca aún marcada por el fuego y la imponente cola de uno de los cazas nos recordaron la fragilidad y lo impredecible del destino.
Dejando atrás este sobrecogedor recuerdo, iniciamos el ascenso. Pronto, el paisaje comenzó a transformarse. Llegamos a una extensa planicie donde los gigantes blancos de los molinos eólicos se alzaban, conquistando terreno a los pinos que, no hace mucho, fueron pasto de las llamas. Una cicatriz en el paisaje que, no se curará con nuevas plantaciones en aras de un progreso que algunos cuestionamos.
Finalmente, alcanzamos nuestro particular mirador: el Balcón de El Buste. ¡Y qué vistas! El majestuoso Moncayo se erguía imponente en un horizonte, mientras que hacia el otro lado, la tierra navarra se extendía ante nuestros ojos. Bajo nuestros pies, el serpenteante valle del Manubles dibujaba un tapiz de colores.
En este punto, la senda nos exigió cruzar algún campo de siembra, recordándonos la actividad agrícola que da vida a estas tierras. Nuestro objetivo final se vislumbraba en la distancia: la ermita de San Roque y la Muela Baja, hitos que marcaban el inicio del descenso y el cierre de nuestra ruta circular.
Tras 18 kilómetros de caminata, con las piernas cansadas pero el espíritu revitalizado por la belleza del entorno y las historias que cada rincón nos contaba, encontramos el lugar perfecto para reponer fuerzas y compartir las anécdotas del día.
Sin duda, una jornada que combinó la emoción del deporte con la riqueza de la historia y la grandiosidad de la naturaleza. ¡Una experiencia que esperamos repetir pronto!