Artieda a Urdués: Una Aventura Acuática en el Camino Aragonés
¡Menudo día de montaña y compañerismo vivimos este fin de semana! Desde nuestro club, y en una emocionante actividad compartida con los amigos del club Aire Libre, nos lanzamos a recorrer un tramo del Camino Aragonés de Santiago, concretamente el trayecto que une Artieda con Urdués de Lerda.
La mañana comenzó con la vista puesta en el cielo... y la verdad es que pintaba inquietante. La previsión de lluvia era muy alta, y todos sabíamos que en este tipo de jornadas, la naturaleza siempre tiene la última palabra. Aun así, la energía del grupo era fantástica y salimos con el optimismo por bandera.
El camino no tardó en ofrecernos postales espectaculares. Tras dejar atrás Artieda, llegamos a Ruesta, ese pueblo que te transporta a otra época. Pasear junto a su magnífico castillo medieval, aunque un tanto deteriorado por el tiempo y, seamos sinceros, por la dejadez administrativa, siempre te deja sin aliento. Es una pena verlo así, pero su belleza decadente es innegable.
Entre el Asfalto, el Bosque y el Diluvio
El recorrido fue de contrastes. Combinamos tramos de carretera con un maravilloso paseo por un bosque denso y sombrío, un auténtico manto verde. Nos adentramos entre quejigos, pinos y musgo, disfrutando de ese ambiente húmedo y fresco que tanto agradecen los sentidos. Desde allí, las vistas al embalse de Yesa eran una constante, aunque en estas fechas los niveles bajos de agua eran un recordatorio más de lo caprichosa que es la climatología.

Meta Empapada, Corazón Contento
A pesar del chaparrón, la moral del grupo nunca decayó. Mojados hasta los huesos pero con una sonrisa (y un poco de barro), seguimos la marcha. El destino era Urdués de Lerda, y por suerte, al llegar, el cielo decidió darnos una tregua y comenzó a aclarar.
Una vez en Urdués, nos dimos el merecido descanso. Momento de reponer fuerzas con la comida y un refrigerio que, después de la ducha natural, supo a gloria.
Dimos por concluido así este precioso y, por qué no decirlo, memorable tramo del Camino de Santiago. La lluvia fue el ingrediente inesperado que convirtió una simple ruta en una aventura compartida que, sin duda, ¡recordaremos!
